Materiales biodegradables, la alternativa para un futuro sin residuos eternos

Los bioplásticos se están convirtiendo en una alternativa sustentable al plástico convencional, pues son capaces de biodegradarse en un plazo que va desde los seis meses a los dos años.

Autor: Ignacio Parada Da Fonseca
Fecha: 18 julio del 2023

No lo podemos negar. Amamos el plástico. Es bueno, es limpio, lo conocemos desde hace décadas. Sabemos que funciona y está inserto en nuestra vida. A través de los años ha hecho mejor la vida de las personas y también se ha convertido en un producto que ha facilitado tareas y ha hecho posible renovar hábitos.

Su problema es que nació con una condición insostenible que se le ha trasladado como un problema al consumidor -su lenta degradación, su uso efímero y la búsqueda de su reciclaje-. Sin embargo, la realidad es que el espíritu del consumo busca la comodidad y es un material del que es difícil desprenderse. Por eso son necesarias soluciones que estén del lado de las personas y del planeta.

Se estima que el plástico puede tomar entre 100 y 1,000 años para llegar a degradarse totalmente. Por otro lado, en México, cada familia utiliza un promedio de 650 bolsas al año. Sin duda, su vida útil es efímera en contraste con su permanencia como desecho, pues la mayor parte de él no se reutiliza ni se recicla, sino que es desechado inmediatamente. Más allá de eso, su uso tan común hace que llegue a las manos de todos, incluso sin buscarlo.

Pero, antes de continuar, imaginemos un planeta libre de residuos eternos, con un día a día igual de fácil que ahora al momento de consumir, aunque sin culpas. Pareciera una utopía, pero sí puede ser una realidad. ¿Qué debemos hacer como sociedad, academia, gobierno y empresas? La respuesta corta es aceptar que el plástico es uno de esos asuntos en los que la idea no es mala, sino su ejecución. Decidir que debemos devolver la libertad y confianza a empresas y consumidores, mientras regresamos su impacto positivo y, finalmente, asumir que queremos que el plástico sea como siempre debió ser: una solución higiénica, biodegradable y versátil, pero sin consecuencias.

La pregunta es ¿cómo? Actualmente hay soluciones, como los materiales biodegradables que después vuelven como energía a la tierra sin importar si su descomposición se realizó en vertederos, composteras o lugares acuosos.

En este contexto, los bioplásticos se están convirtiendo en una alternativa sustentable al plástico convencional, pues son capaces de biodegradarse en un plazo que va desde los seis meses a los dos años. Por si fuera poco, registran una huella ambiental más baja debido a que durante su producción generan menos emisiones de gases de efecto invernadero y requieren de menor uso de energía para su producción.

Por supuesto, esta no es la única opción disponible para erradicar el problema. También existen otras como los materiales reutilizables (popotes de acero inoxidable, o envases de cartón o de vidrio). Además, estamos en un momento de la humanidad en el que podemos generar soluciones para no renegar del plástico ni atacarlo. Estamos en un momento en el que podemos reinventar desde la ciencia y la tecnología la relación de las personas con este material, logrando un material realmente biodegradable.

Gestionar adecuadamente los residuos es también un factor fundamental para evitar la acumulación de basura, independientemente del material utilizado. Pero cuando tenemos a la mano una opción más sustentable y eficiente, lo lógico es aprovecharla y trabajar cuanto antes en aumentar los índices de desechos biodegradables.

Así que sí, es posible cambiar nuestro enfoque hacia el plástico. No podemos simplemente depender del reciclaje, de organizaciones en pro del medio ambiente o de prohibiciones. Finalmente, este material es una gran solución que nos acompaña en todas nuestras actividades y no debería ser visto como un “mal necesario”. Es momento de que entendamos que es posible salvar los beneficios que ha permitido, sin culpar a las personas y su necesidad de adquirirlo o utilizarlo, para que éste ya no sea un problema para el medio ambiente.

Por eso, urge atacar el conflicto del plástico desde diversos frentes: las empresas deben colaborar con la academia y con los emprendedores para crear nuevas soluciones que quiten el mal con el que nació. Por otro lado, también es necesaria la educación para que las personas comprendan la importancia de cuidar nuestro hábitat natural y, en paralelo, los gobiernos deben avanzar hacia un nuevo modelo que considere el uso de materiales alternativos e incentive a las empresas a utilizarlos. Los cambios no serán instantáneos, pero estaremos mejor preparados para el futuro que nos espera.

Fuente: expansion.mx